Es muy difícil hacer predicciones... sobre todo cuando se trata del futuro. NIELS BOHR

viernes, 18 de mayo de 2012

Convivir con la incertidumbre




Invierno europeo


Si la economía de por sí está plagada de variables aleatorias, hoy tenemos problemas estructurales que nos están generando mayor incertidumbre, esto es, mayor volatilidad que la de costumbre. ¿Estamos frente a una nueva crisis? No, en realidad, no es nueva. Es la consecuencia de la crisis de las sub-prime de 2008 y que parece interminable.
Lo que pasa hoy en la Eurozona no es otra cosa que la consecuencia natural de un sistema que, por una cantidad de cuestiones técnicas, no estaba preparada para hacer frente a shocks externos como la crisis originada en Estados Unidos en 2008. Detrás de esa crisis está el problema de los grandes desbalances mundiales: es curioso ver cómo se fueron forjando grandes acreedores y grandes deudores. Uno de esos grandes deudores fue Estados Unidos. No es esperable que deje de serlo, al menos por ahora, ya que la Reserva Federal (Fed) funciona como proveedor mundial de liquidez y es, en este sentido, natural que tenga una cuenta corriente deficitaria, lo que no ayuda a reducir los grandes desbalances mundiales, sino todo lo contrario.
Pero la novela parece interminable porque la zona del euro tiene problemas estructurales[1] que la hicieron vulnerable a este tipo de shocks exógenos y cuyas economías con estructura más rígidas han tenido tremendos problemas para manejar la crisis (que no se generó puertas adentro). Estos países son principalmente los del sur de la Eurozona. Pero pensar que Grecia salga del Euro no es evidentemente en sí un problema. El problema es el efecto contagio, lo que significa que los agentes se comporten en manada y huyan con pánico fortaleciendo la crisis: en estos días se está viendo un enorme flujo de capitales de de España a Alemania, lo que hace pensar a algunos en una suerte de corralito. El tamaño de Grecia en el Euro no es significativo. El tamaño de Grecia, España, Portugal sumados definitivamente sí. Y mejor no mencionemos a Italia, que es la tercera economía de la zona[2]. Y la novela parece interminable porque se están jugando muchas cosas. Primero, los 60 años de construcción de la Unión que no van a tirar por la borda tan fácilmente[3]. Segundo, los enormes costos, casi incalculables, que tendría la salida de los países periféricos en el sentido de corridas bancarias, salidas de capitales, efectos manada, niveles de actividad, debilitamiento fiscal, etc.  Por otro lado, una eventual salida de Grecia, u otros países, genera un enorme riesgo de default; recordemos que los pasivos que están en euros se convertirían en enormes cargas para estas economías[4], incluyendo acá los multimillonarios rescates recibidos, poniendo en serio riesgo a las entidades acreedoras, sean bancos privados (en el caso de Grecia, en su mayoría franceses) y al mismo Banco Central Europeo. Además, habría que pensar en la reconstrucción institucional de una autoridad monetaria local con credibilidad suficiente como para que la gente acepte la nueva moneda. Por último, el costo de credibilidad que debería afrontar el BCE sería enorme y habría que ver si le es posible contener este descrédito para contener, como se comentaba, efectos manada en medio del pánico.
PBI precios constantes
Año 2011
Fuente: Elaboración propia en base a FMI
Como se ve, la demora en la resolución de los problemas por parte de las instituciones europeas no es una cuestión burocrática. Hay mucho en juego y las autoridades están transitando por el filo de la navaja. A esto se suman los inevitables conflictos sociales y la casualidad trágica de que es un año de una crucial renovación política tanto en Europa como en Estados Unidos. Una sensación que tenemos desde el año pasado, es que las autoridades de la Eurozona han estado avanzando en una suerte de blindaje ante una eventual salida de Grecia del euro. Por el momento, parece más barato seguir rescatando a los países con problemas que asumir costos que, por lo que dijimos, parecen poco mesurables.
En medio de esto, hay que sumar que China, el gran motor mundial, depende fuertemente de Europa, ya que ambos son mutuamente sus principales socios comerciales. Si Europa cae no hay chances de que China no sufra un impacto. Con ello se arrastran a todas las economías que dependan mucho de China, entre ellas, Brasil, creando un efecto dominó global. Es por eso que no es posible que la crisis europea se desacople del mundo. Es por eso que se está viendo en estos días una huída hacia el dólar y bonos del tesoro como búsqueda de refugio, con la consecuente retracción en monedas, commodities, bolsas y bonos.



Argentina más expuesta

En este marco, la economía argentina está mucho más expuesta que en 2008. La corrección en la actividad frente a la incertidumbre ya se está viendo claramente. Incertidumbre que también es local. Pero a diferencia de la crisis anterior, el superávit fiscal que le daba margen de acción al gobierno para hacer política contracíclica ya no existe y la inflación (un modo de financiarse) es mayor que aquella vez. Es por eso que se implantaron los controles cambiarios para que no se siguieran fugando reservas y se reformó la Carta Orgánica del BCRA para que éste pudiera financiar al Tesoro. Por cierto, una de las pocas formas que encontrará el gobierno para financiarse: dado que no dispone del ahorro externo deberá recurrir, a medida que haya, al ahorro interno. Ésta es, quizás, la vulnerabilidad mayor que tiene nuestra economía. En la historia fiscal y la inflación, los grandes desequilibrios fiscales terminaron financiándose con inflación. En la actualidad tenemos alta inflación todavía lejos de desequilibrios fiscales graves, entonces, si la situación fiscal se agrava por un shock externo, ¿qué margen tendrá el gobierno para financiar los gastos? Esto le da sentido a que el gobierno esté buscando otras fuentes de financiamiento como el Anses.

Resultado del sector público no financiero
Porcentaje del PBI
Fuente: Cepal

Convivir con la incertidumbre

Deberemos acostumbrarnos a vivir con la incertidumbre. Al menos por un largo tiempo. No vemos aún razones estructurales para creer que esto puede solucionarse rápido. Todavía más con una economía estadounidense debilitada. No descartamos otra ronda de estímulo cuantitativo (QE3), aunque deberá hacerse con la precaución de que los agentes no vuelquen esa nueva liquidez a refugios como los bonos del tesoro o simplemente el bolsillo, fenómeno que ya se vio en las rondas anteriores. Esta nueva inyección probablemente le traiga un alivio a los mercados que no durará en tanto la cuestión estructural no se solucione. De esto, los agentes ya han aprendido bastante.
No hay que entrar en pánico, pero sí tener los ojos bien abiertos.
Como dijimos antes, hay mucho en juego y la solución no está cerca todavía. Los niveles de volatilidad se mantendrán altos y habrá que monitorear los vehículos para protegernos ante un escenario de catástrofe. Si no sucede, mejor para todos y a lo sumo, habremos pagado un costo de oportunidad. Pero si una profundización de la crisis europea aparece, es mejor estar preparados.


[2] Alemania, Francia e Italia representan alrededor de dos tercios de la Eurozona.
[3] El Tratado de París se firmó el 18 de abril de 1951.
[4] Proporcionalmente al PBI medido en una moneda devaluada.

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